Por Mato Ludueña
Desayuné con B.B. temprano o en realidad no tanto. Las mesas en el hostel eran bajitas, bien bajitas. En un momento me imaginé estando yo afuera y asomándome por la puerta-ventana que da a la calle, viéndome comer sobre un Kotatsu, inmerso en un plano de cualquier película de Y. Ozu. Teníamos programado Chantrapas, la última película de Otar Iosseliani, para el mediodía. No había muchas expectativas para la película: al leer los comentarios acerca de la misma me daba la sensación que estaban siendo algo condescendientes con el director. Iosseliani es un gran director y lo pude comprobar, no sólo a través de sus trabajos anteriores, sino al ver el documental El mirlo silbador, de Julie Bertuccelli, en donde muestra a este georgiano planificar las tomas de su Jardines en otoño con un vaso de vino en la mano y un cronómetro en la otra, con los ojos cerrados, en una habitación empapelada de storyboards. En Chantrapas la mayoría de los personajes son niños o ancianos y las “malas” acciones parecieran entrar y salir por la ventana; las “buenas”, lo hacen por la puerta.
Iosseliani nos habla del cine, de rodar una película y de aquellas personas que no tienen patria.

Tenía dos pisos y estaba bien iluminada, lo que me produjo un malestar en la vista. Inmediatamente no dudé en ponerme los lentes de sol sin temer quedar ridículo porque realmente los necesitaba. Se trataba de la mejor pizzería de todo el lejano este, había todo tipos de inventos relacionados a la muzzarela, y vendían pizza por porción. Hicimos nuestros respectivos pedidos y nos ubicamos en una mesa en el primer piso. Estaban pasando un partido de fútbol en unos televisores de gran tamaño que, si mal no recuerdo, era el clásico partido de Boca-River, es decir, un partido casi sin goles, aburrido, trabado y con la cancha atiborrada de papel higiénico. Chk Chk sacó su celular del bolsillo: -Hola ¿Sofía?, ¿me escuchas?... Con B.B. lo miramos confundidos (nunca habíamos escuchado a Chk Chk hablar con una chica por teléfono), pero no tardamos en descubrir que estaba montado una ficción en donde hablaba con Sophia Coppola y le decía que le había gustado su película pero no el cortometraje del final, haciendo alusión a los últimos 10 minutos de la película en donde parece subrayar la vacuidad emocional del personaje frente a la vida ostentosa y superflua que lleva. Estábamos todos de acuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario