Por Juan Pablo Duarte
Título original: El Estudiante
Director: Santiago Mitre
Reparto: Esteban Lamothe, Romina Paula, Ricardo Félix y Valeria Correa.
Género: Drama
Año: 2011
País: Argentina
Papeles de Colores
Conseguí asiento en la primera fila luego de hacer una cola que ocupaba buena parte de la vereda del Cineclub Municipal Hugo del Carril. No esperaba tanta convocatoria. Se trataba de la primera película de un joven director argentino sobre la militancia universitaria, un tal Santiago Mitre.
El Cineclub se encuentra en el corazón de Nueva Córdoba, el barrio lindante a la Ciudad Universitaria. Ahí viven o circulan miles de estudiantes de todo el país. El Estudiante iba a mostrarles una realidad muy cercana. Buena parte de la historia transcurre entre las mismas paredes que ven todos los días, esas que mezclan las grillas de calificaciones de exámenes con las propuestas de campaña impresas o pintadas en papel afiche de colores vivos.
Ver una realidad tan cotidiana en pantalla grande bien podría haber sido uno de los motivos que llevaron a tantos universitarios a la butaca del cine aquella noche. Pero Santiago Mitre hizo mucho más que eso. Supo mostrar un mundo que, sin escapar a la mirada de nadie, sabe conservar sus misterios, el de la política universitaria. Y, por sobre todas las cosas, supo hacerlo contando una excelente historia.
La tristeza de la tinta
La militancia universitaria es un terreno complejo y hasta laberíntico. No es sencillo distinguir las fuerzas que participan en la lucha por el poder ni saber cuáles son sus intereses reales. Los carteles y panfletos dan sólo una idea lejana, igual que las exposiciones en las asambleas o frente a los cursos.
El protagonista de la historia es Roque Espinosa (Esteban Lamothe), un joven provinciano que llega a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y se introduce en la política en su intento de seducir a Paula (Romina Paula), una bella docente y militante de la agrupación Brecha.
Roque escala posiciones rápidamente. Es un gestor eficaz, vivo, entrador y capaz de negociar en circunstancias difíciles. Su clave no está en pronunciar ni en escribir consignas. Quiere llegar al poder y actúa. Hace, hace y hace. Tanto hace que cada vez se aleja más de los libros. Así va cambiando las discusiones sobre teoría política en las cátedras por reuniones y movidas para cerrar un frente electoral en vista a la elección del próximo Rector.
Palabras heridas de muerte
Roque comienza a habitar una realidad cuyo vértigo parece exceder todos los saberes académicos. Un mundo en el que hace malabarismos estratégicos mientras sus opositores lo tienen de las solapas, donde el acuerdo que ayer estaba cerrado hoy está en pedazos y donde a cada rato se te queman los papeles.
El mundo de Roque no puede agotarse en los libros, transmitirse con discursos, ni escribirse en papeles de colores. Vive cuando la clase termina y de súbito el aula aloja una reunión de agrupación. Prosigue frenéticamente en el café, los bares, las fiestas y los boliches mientras las Facultades duermen. Hoy, por suerte, también palpita en una película que nos invita uno de los tantos mundos que están en este.