La columna de Cine a cargo de Bahía Flores, todos los martes en Cualquiera.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Diario Marplatense I

Paramos el colectivo con el pecho (casi literalmente)… Tuve la sensación que B.B. tuvo un ataque de histeria y le duró cerca de quince minutos, que fue la tolerancia del colectivo para salir de la terminal. Una vez embarcados tomamos nuestros lugares y esperamos a que B.B. recuperara su ritmo cardíaco normal.
Chk Chk viajó sentado y aplastado, a mi derecha. Nos separaba el pasillo y también la maquina expendedora de agua fría y café caliente, lo cual resultó un beneficio no por la bebida que estaba a mano, sino por el cesto de basura que comprendía el mismo mueble. A mi izquierda viajó-durmió B.B. que contempló la salida de Córdoba por la ventanilla, antes de caer en un sueño reparador.
Si bien no dormí mucho (las vibraciones del colectivo me generan una molestia intestinal), el viaje a Mar del Plata resultó relativamente corto. Surgieron discusiones, risas y malentendidos. Nos llamaron al silencio repetidas veces: nos poníamos a gritar nombres de películas, directores, lugares, músicos, y algún que otro epíteto como respuesta a algún comportamiento fuera de lugar durante la hora de dormir, aunque discutiría eso de la hora de dormir, porque en un viaje en colectivo todo el tiempo es la hora dormir o nunca lo es.
Caminamos hacia el hostel que B.B. había tramitado una semana atrás. Nos dijo que quedaba solamente a un par de cuadras de la terminal, a sólo un par de cuadras del centro, a sólo a un par de cuadras del mar… Mentira. Tuvimos que caminar mucho y no pudimos detenernos a desayunar hasta tanto no consiguiéramos el catálogo con todas las secciones del festival y empezar a coordinar horarios y películas seleccionadas a base de recomendaciones de la critica especializada, programadores, gusto personal y estado físico (en ese orden). Decidimos que en este festival, a diferencia del Bafici, íbamos a ver menos películas por día, ya que la consciente-inmediata sobrecarga de experiencias cinematográficas confunde y agota. Pero no estábamos en condiciones de rezongar. Resultó ser un hostel cálido, lleno de mujeres hermosas, en realidad no lleno pero las que había eran muy lindas. A esto hay que sumarle el entusiasmo y la ansiedad por ver las películas y que alguna nos golpee en la cara.
Almorzamos en la playa, se nos lleno de arena la comida y trajimos a colación la película “Mono” de Goldgrob y Andrizi. Una vez más, confirmamos como actuamos y sentimos a través de las películas.
Compramos entradas para ver tres películas. Fuimos a lo seguro. La primera se trató de una rumana “Tuesday, after christmas” de Radu Muntean. Una gran película, (la cuarta de este director), donde el mérito se lo llevan en gran parte los actores, que ríen, lloran, patalean, y se desnudan en cada plano, con una naturalidad que me hace sospechar si realmente estamos frente a una representación capturada por un dispositivo electrónico, o si nos corrieron la cortina y nos permitieron espiar por una ventana a aquel micromundo, aquellas escenas donde descubrimos que un hombre está enamorado de la mujer rubia (su joven amante) y ya no siente más que compasión por la mujer morocha (su esposa y madre de su hija pequeña) por lo que va a suceder. La película dura 109 minutos y no debe contener más de 40 planos, lo cual es todo un desafío para el espectador que convive en un mundo formado y educado por imágenes de hasta 3 segundos de duración. Y me reservo el comentario de decir “cuál video clip” ya que últimamente he visto video clips de un solo plano (fijo o secuencia) que tranquilamente en otro contexto se tratarían de cortometrajes puramente cinematográficos.
Más tarde, charlando con Chk Chk, que me comentó muchas cosas referidas al café, la playa y a la política partidaria universitaria y no universitaria. Pude rescatar una observación que hizo y que me gustó mucho con respecto a la película. Había notado que Muntean podía sostener planos de 15 minutos que no agotaban ya que apostaba -por supuesto- a un desarrollo dramático actoral muy grande, y que estos personajes mutaban en una misma toma, es decir, sufrían transformaciones personales-emocionales y, por ende, cada plano de la película adquiría una vida propia. Estamos frente a una película que no requiere casi un montaje en post-producción ya que lo resuelve in situ, en cada escena.
Llegada la nochecita, a la hora del café y del frío costero, entramos a ver las dos nuevas películas del realizador surcoreano Hong Sang-soo. Una después de la otra. Se trataba de “Ha Ha Ha”, y “Oki´s movie”, ambas estrenadas este año, año en el que B.B. y Chk Chk programaron un ciclo de este director y pudieron recorrer gran parte de su filmografía. Hong Sang-soo tiene la particularidad de presentar un universo propio que se repite en cada película pero con pequeñas variaciones espaciales y argumentales, (como lo hace el cine de Yasuhiro Ozu y Eric Rhomer) aunque en estas dos últimas del surcoreano se nota una preocupación por incursionar en nuevos –en su cine- recursos narrativos, en el que incluye en “Ha Ha Ha” la técnica de fotomontaje, y en “Oki´s movie” el flashback y su inseparable compañero: la voz en off.
Amagué con entrar a ver una película más, (ya que había una sección de homenajes que incluía al director italiano Marco Ferreri, autor de “La gran comilona”) pero si repasan los puntos que debíamos tener en cuenta a la hora de programar el tour de force de películas, yo no podía cumplir con el último. Me fui a “dormir”. B.B y Chk Chk se quedaron a por una experiencia más. Sin embargo, más tarde me iba a enterar que vieron la película bajo la fase REM.

1 comentario:

Esteban dijo...

Muy bueno.